Short Story "Historia corta" | The Call "El llamado"

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La reunión estaba por dar inicio. Hacia ya 400 años que no veía a mis hermanos, tan puros, tan llenos de esplendor y belleza, todos reunidos en este hermoso lugar.

Barachiel custodiaba la puerta de los misterios, por la cual aparecían uno a uno cada angel de la hermandad. Remiel, quien acababa de ingresar caminaba con la mirada perdida y sin emitir ninguna palabra. Solo se sentó en su trono y allí esperó el inicio de aquella reunión. Los demás se disponían a juntarse y algunos iban directo a su lugar, mientras que yo me encontraba maravillado una vez más con los placeres y misterios de este lugar. Me sentí en aquel sitio para mortales, el coliseo creado por el emperador Vespasiano apenas 10 siglos atrás, pero claro, este lugar era aun más esplendido, representaba la cuna de las almas, el aletear de millones de celestiales, un espacio cuyas paredes bañadas en una luz azul celeste hacían perfecto juego con los cientos de tronos dorados esparcidos por la inmensidad de los cielos, y en su centro una pequeña plaza que servía como podio para emitir los mensajes a todos los presentes. Uriel había hecho bien en brindarle inspiración a los mortales para construir sus templos y estructuras y de como cada día se acercaban más y más a nuestros aposentos.

Había mucho ruido, apenas alcanzaba a ver todo lo que allí ocurría; algunos hermanos celebraban sus triunfos, otros lloraban sus penas. Observé nuevamente a Remiel, tenia la cabeza gacha y frotaba incesantemente su amuleto, quise levantarme a darle palabras de aliento, pero justo en ese momento todo comenzó.

«Os pido silencio.»

Gabriel cruzo el portal y apareció caminando justo a la plaza central; sereno, lleno de vigor y portando su brillante armadura como de costumbre, el coro de ángeles por su parte, guardó silencio casi de inmediato. Nadie hubiese imaginado que uno de mis hermanos mayores estaría en persona, ni siquiera yo lo había anticipado.

«Tres almas han sido arrancadas de los cielos, tres testimonios muertos, tres espíritus llevados a la oscuridad.»

Sabia de que estaba hablando, Remiel también lo sabia y observé como sus alas lo cubrieron en un sentimiento de vergüenza descomunal. Muchos de los presentes le observaron de reojo, otros no hicieron más que llorar, sin embargo nadie dijo nada, todos esperaban saber el mensaje de los cielos que Gabriel venia a entregar, todos, excepto yo.

«También hay una cuarta alma, reclamada por Belial como sacrificio para nuestro hermano Lucifer.»

Las voces se hicieron eco en toda la habitación: murmullos, algunos gritos, miradas de desprecio. Casi nadie se atrevía a llamar a Lucifer como hermano pero para nosotros, para los siete, seguía representando un pedazo de nuestro ser que no podría ser borrado aunque fuese profano, y Gabriel, quien tuvo que cumplir con desterrarle sentía por él, Lucifer, un amor y comprensión indescriptible aun sabiendo en lo que se había convertido, no, no era en lo que se convirtió, era en lo que estaba destinado a ser, para lo que había sido creado.

«he pedido silencio, os lo imploro.»

Nuevamente los murmullos cesaron.

«Bien reconozco que vuestro hermano se a desviado del camino que se le a encomendado y creó en conjunto con los caídos un imperio, una tierra inhóspita de desolación que se nutre de las almas que no pueden llegar al descanso eterno, pero pido comprensión y respeto. Vuestra misión no a cambiado, y debemos seguir brindando aquello por lo que fuimos creados: esperanza.»

«Samael a perdido su juicio hermano mío.»

Un aleteo se escucho desde lo alto y ante nosotros Miguel se poso justo al lado de Gabriel. Ondeando una vestimenta plateada de tejidos grises que emitían un brillo descomunal y justo antes de que Gabriel pudiese decir algo continuó.

«No podemos permitir lo que esta haciendo ahora... esas almas... esos humanos que a cosechado llevan un pecado que no a sido propio de ellos... lo que el hace es...»

A mi lado pude sentir como uno de los tronos rechinaba y alguien se levantaba.

«Cuatro almas han sido entregadas, cuatro virtudes plasmadas en carne, Samael quería llamar nuestra atención y lo ha logrado ¡¿o es que no es eso por lo cual estamos reunidos?!»

Zadquiel se levanto de improvisto y golpeó el trono justo antes de descender y mirar fijamente a sus hermanos. El resto de guardianes no podía creer que parte de los siete estaban ahora allí reunidos discutiendo. Yo no hacia más que observar. Todo esto ya lo había visto y por alguna razón prefería no interferir.

«Creo que debemos recordarle a nuestro hermano que su misión es conducir las almas pecadoras a su reino y no el de contaminar las almas puras de pecado para su propio beneficio.»

Ángeles corearon a gritos, veían muy fácil lo ocurrido. Observé a Remiel encogerse de hombros sin mirar a nadie y luego, al observar a mis hermanos sentí la mirada penetrante de Miguel, quien ya se había percatado de mi presencia. Un escalofrió recorrió mi espalda y di un paso atrás para cubrirme con una columna, pero choqué con algo.

«No deberías ocultarte Raziel.»

Metatrón se acercó a mí de improvisto y posó su mano sobre mi hombro.

«Tu y yo sabemos lo que esta pasando. Tarde o temprano ellos te llamaran para que informes las palabras de nuestro padre. Es tu tarea.»

«Pero hermano… yo no debo…»

«Tienes su permiso, por eso he venido.»

Si padre lo había permitido es porque Lucifer había logrado llamar lo suficiente la atención, así que respiré profundamente y descendí.

«Raziel… veo que has venido…»

Me sentía reconfortado de que Gabriel estuviese allí, de entre todos mis hermanos era uno de los más comprensivos y generosos, aunque nunca solía verle desde que fui ascendido hace millones de eones atrás. Miguel por su parte me observaba con un gesto de incertidumbre que me hacia sentir incomodo. Los demás guardianes por su parte me observaban casi con veneración.

«¿Qué puede decirnos aquel que todo lo ve?»

Miguel se planto frente a mí tras aquella pregunta y sonrió con desdén esperando mi respuesta. Lo ignoré y mire a los cielos para compartir aquello que sabia.

«Primeramente, os pido disculpas a aquellos que no lograron completar su misión, en especial a Remiel, has sufrido demasiado por las cosas hechas por Belial a aquellos humanos.»

Remiel me observó y hizo un pequeño gesto de aprobación.

«Nada de esto es su culpa, ni la del resto que vivieron en carne propia el horror de perder un alma pura. Esto a sido una situación que ni siquiera yo pude observar. Yo que guardo en mi memoria el libro de la vida, yo que escribo sobre presente, pasado y futuro ante los ojos del padre.»

Me sentía un tanto inseguro de hablar ante todos, pero Metatron había sido claro en sus palabras, padre quería que hablara y que diera aquel mensaje pase lo que pase.

«Y la razón de todo esto es que padre esta…»

Cerré mis ojos e intente calmarme. No había marcha atrás.

«Padre esta muriendo.»

The meeting was about to begin. It had been 400 years since I had seen my brothers, so pure, so full of splendor and beauty, all gathered in this beautiful place.

Barachiel guarded the door of the mysteries, through which each angel of the brotherhood appeared one by one. Remiel, who had just entered, walked with a lost look and without uttering a word. He only sat on his throne and there he waited for the beginning of that meeting. The others were getting ready to gather and some went straight to their place, while I found myself marveling once again at the pleasures and mysteries of this place. I felt myself in that place for mortals, the coliseum created by the emperor Vespasian just 10 centuries ago, but of course, this place was even more splendid, it represented the cradle of the souls, the fluttering of millions of celestials, a space whose walls bathed in a light blue sky made a perfect match with the hundreds of golden thrones scattered by the immensity of the heavens, and in its center a small square that served as a podium to deliver the messages to all those present. Uriel had done well to provide inspiration to the mortals to build their temples and structures and how every day they came closer and closer to our chambers.

There was a lot of noise, I could barely see everything that was happening there; some brothers were celebrating their triumphs, and others were crying their sorrows. I observed Remiel again, he had his head down and was incessantly rubbing his amulet, I wanted to get up to give him words of encouragement, but just at that moment, everything started.

"I ask you for silence."

Gabriel crossed the portal and appeared walking right into the central square; serene, full of vigor, and wearing his shining armor, as usual, the choir of angels for their part, kept silent almost immediately. No one would have imagined that one of my older brothers would be there in person, not even I had anticipated it.

"Three souls have been plucked from the heavens, three dead testimonies, three spirits are taken into darkness."

I knew what he was talking about, Remiel knew it too and I watched as his wings covered him in a feeling of mammoth embarrassment. Many of those present watched him out of the corner of their eyes, others did nothing but cry, yet no one said anything, everyone was waiting to hear the message from the heavens that Gabriel had come to deliver, everyone except me.

"There is also a fourth soul, claimed by Belial as a sacrifice for our brother Lucifer."

Voices echoed throughout the room: murmurs, some shouts, looks of contempt. Hardly anyone dared to call Lucifer a brother but for us, for the seven of us, he still represented a piece of our being that could not be erased even if he was profane, and Gabriel, who had to comply with banishing him felt for him, Lucifer, indescribable love and understanding even knowing what he had become, no, it was not what he became, it was what he was meant to be, what he had been created to be.

"I have asked for silence, I implore you."

Again the murmuring ceased.

"Well I recognize that your brother has strayed from the path that was entrusted to him and created together with the fallen an empire, an inhospitable land of desolation that feeds on the souls that cannot reach eternal rest, but I ask for understanding and respect. Your mission has not changed, and we must continue to provide what we were created for: hope."

"Samael has lost his mind, my brother."

A flutter was heard from above and before us, Michael landed right next to Gabriel. Waving a silver garment of grey fabrics that emitted a colossal glow and just before Gabriel could say anything he continued.

"We cannot allow what he is doing now... those souls... those humans he has harvested carry a sin that has not been their own... what he is doing is..."

Beside me, I could feel one of the thrones creak and someone stood up.

"Four souls have been delivered, four virtues embodied in flesh, Samael wanted to get our attention and he has succeeded, isn't that why we are gathered here?"

Zadquiel stood up suddenly and knocked on the throne just before descending and staring at his brothers. The rest of the guardians could not believe that part of the seven were now gathered there arguing. I was just watching. I had seen all this before and for some reason, I preferred not to interfere.

"I think we should remind our brother that his mission is to lead sinful souls into his kingdom and not to pollute pure souls of sin for his own benefit."

Angels chanted loudly, they saw what had happened very easily. I watched Remiel shrug his shoulders without looking at anyone and then, as I looked at my brothers I felt the penetrating gaze of Miguel, who had already noticed my presence. A shiver ran down my back and I took a step back to cover myself with a pillar, but I bumped into something.

"You shouldn't hide Raziel."

Metatron approached me out of the blue and rested his hand on my shoulder.

"You and I know what's going on. Sooner or later they will call you to report our father's words. It is your task."

"But brother... I must not..."

"You have his permission, that is why I have come."

If father had allowed it was because Lucifer had managed to get enough attention, so I took a deep breath and descended.

"Raziel... I see you have come..."

I felt comforted that Gabriel was there, among all my brothers he was one of the most understanding and generous, although I never used to see him since I ascended millions of eons ago. Miguel was watching me with a gesture of uncertainty that made me feel uncomfortable. The other guardians were watching me almost with veneration.

"What can he who sees everything tell us?"

Miguel stood in front of me after that question and smiled disdainfully waiting for my answer. I ignored him and looked to the heavens to share what I knew.

"Firstly, I apologize to those of you who failed to complete your mission, especially Remiel, you have suffered too much for the things done by Belial to those humans."

Remiel looked at me and gave a small nod of approval.

"None of this is your fault, nor that of the rest who experienced firsthand the horror of losing a pure soul. This has been a situation that even I could not observe. I who keep in my memory the book of life, I who write about the present, past and future before the eyes of the father."

I felt a little hesitant to speak before everyone, but Metatron had been clear in his words, father wanted me to speak and to give that message no matter what.

"And the reason for all this is that father is..."

I closed my eyes and tried to calm down. There was no turning back.

"Father is dying."


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