La vida...

La vida es un conjunto de palabras que intenta describir en párrafos la historia de cada uno de nosotros, con pronunciamientos colmados de certezas y aciertos.

Aunque el acierto y esas certezas sean equivocas vivimos reescribiendo nuestro andar en cada despertar, porque realmente nada es igual ayer, pues el tiempo que transcurre durante nuestra existencia nos predetermina vivir como si solo existiera el hoy, porque sencillamente el ayer es como un ofensa expresada sin mediar consecuencias, como un espejo que rompemos, pues aunque quisiéramos reparar lo acontecido, nada podrá ser idéntico antes de nuestro accionar.

La vida es una huella que va pisando lentamente y va creando recuerdo de ese andar, en quienes brindaron su tiempo para permitirnos instalar nuestra necesidad de Ser,

La vida tiene reglas impuesta por la sociedad, la religión y la justicia que debemos interpretar y acatar según nuestra necesidad de pertenecer, que tampoco debería ser así dado que las reglas son para vivir socialmente civilizado, aunque se puede vivir sin acatar regla alguna y crear un estado irracional como afrenta del sistema, que inexorablemente no excluiría socialmente y pasaríamos a formar de parte de lo irracional.

La vida es un andarivel fácil de transitar, aunque generalmente lo complicamos cuando damos comienzo con una guerra personal donde establecemos metas y logros, pues olvidamos lo esencial que es no quedar atrapado en el juego del triunfalismo del poseer, y en esa necesidad buscamos hasta poseer otros seres, para nuestra satisfacción personal con el aliciente de decir que amamos y necesitamos sentirnos amados, la apropiación constante de todo lo que deseamos nos inhibe comprender que es vivir y que es morir.

Quien teme a la muerte y siente o cree que es lo peor que nos podría suceder, jamás comprendió que es vivir.

Morir es el punto final corporal, no la desaparición total pues dejaremos recuerdos, que en el día a día existencial no tienen valides, pues al ayer no podremos ir mientras estemos con vida. Si en el recordar de los que nos precedieron.

La vida es un pequeña llama que irradia una luz, muchas veces esa luz es opaca, tenue y casi incandescente y vivimos prisioneros de esa carencia de luminosidad y somos seres apáticos, negativos, vengativos y rencorosos e injustos porque maldecimos porque vivimos, o porque creemos que nacimos para sufrir y en realidad el sufrimiento es lo que vive nuestra madre al parirnos y soporta este dolor con endereza por la sencilla razón de darnos existencia.

Esa existencia que va en búsqueda de comprender que la felicidad y la plenitud son solo estados temporales, pues sin sacrificios, dolores y sufrimientos vamos tras la conquista de una mejor luminosidad que brinde luz en nuestras miradas y en nuestras acciones...